martes, 30 de junio de 2009

Un venerable obispo nos invita a conocer la Roma eterna


Recientemente se ha publicado en Italia un libro de esos que sobresalen de lo común por lo interesante del tema, la original manera de tratarlo, la amenidad del estilo y la erudición del autor. No es de esas obras destinadas a convertirse en best-seller, pero sin duda merece un puesto de honor en las estanterías de toda persona medianamente culta que se precie. Se trata de Dialoghi con i personaggi dell’antica Roma (Diálogos con los personajes de la Antigua Roma). Su autor es un obispo italiano retirado, que vive en un rincón de la Basilicata o Lucania, región de la Península Itálica demasiado tiempo e ingratamente olvidada por la modernidad, pero pletórica de reminiscencias míticas de la Guerra de Troya, de los recuerdos de la Magna Grecia y de los vestigios de todos los pueblos que formarían el crisol de la cultura del Mezzogiorno y por ella pasaron.

Monseñor Antonio Rosario Mennonna (foto) es el segundo obispo más anciano del mundo. El pasado 27 de mayo cumplió, gracias a Dios, los 103 años de edad en plenas facultades físicas y mentales. El obispo emérito de Nardò cree que su longevidad es un carisma que el Señor le ha concedido por alguna razón misteriosa. Los que han tenido la fortuna de acercarse a él y tratarlo saben de su afabilidad, de su saber humanístico, de su fervor cristiano, de su natural distinción: el perfecto modelo de alto prelado de la Iglesia Católica, como definiera en cierta ocasión al entonces monseñor Eugenio Pacelli el káiser Guillermo II de Alemania. Esta remembranza nos hace pensar que no es casual el hecho de que monseñor Mennonna sea también uno de las ya pocas decenas de obispos preconizados por Pío XII que quedan en todo el mundo. Quizás sea precisamente el ser un testigo ilustre y cualificado de ese gran pontificado la arcana razón por la que Dios quiere prolongar su vida. De hecho, ha querido unirse a los homenajes que el Pastor Angelicus está recibiendo con motivo del quincuagésimo aniversario de su pío tránsito (que se cumplió en octubre del año pasado) y el septuagésimo aniversario de su elección y coronación que se cumplió el mes de marzo pasado. Y lo ha hecho dedicando magníficas palabras al Romano Pontífice que lo promovió al episcopado.

Monseñor Mennonna escribió sus diálogos allá por los años 1982 y 1983. Se hallaba en plena actividad pastoral, lo que no le impidió, pues, alzarse a los vuelos del intelecto. Como toda alma inquieta por el saber y más sedienta aún de conocimientos después de beber de la fuente de los clásicos antiguos y modernos, la cultura ha sido su auténtico reposo, lo que ha mantenido su espíritu fresco y siempre joven. Dotado de una memoria extraordinaria, se dice que cita de memoria a los grandes autores. De entre éstos sus predilecciones van a Dante y a Manzoni, dos grandes italianos que son puntos de referencia fundamentales de la cultura católica. El primero de ellos representa con su Commedia (justamente llamada Divina) la feliz conjunción del Evangelio con los valores de la sabiduría de los antiguos (tan encomiada por el beato Juan XXIII en su constitución apostólica que se titula precisamente Veterum sapientia). El segundo es el exponente del diálogo, a veces difícil y conflictivo, de la Religión con el mundo moderno (Manzoni vivió la polémica de la Quanta cura y el Syllabus). Del uno y del otro toma ejemplo nuestro obispo, al cual dedica el senador vitalicio Giulio Andreotti, otro ilustre humanista, estas encomiosas líneas que sirven de contraportada del libro que comentamos:

“Cuando conocí a monseñor Antonio Rosario Mennonna quedé impresionado por la saltante coexistencia en él de una doble cualidad: una profunda inspiración religiosa y una gran comprensión hacia sus interlocutores, pertenecientes a las más variadas formaciones y culturas. Mantenía muchas relaciones más allá del ámbito territorial de la diócesis a él confiada (Nardò), conservando firme un interés primario por las tradiciones de la Lucania”.




Los diálogos están escritos en una forma directa y familiar, lo que no impide que monseñor Mennonna haga gala -nunca con pedantería- de sus vastos conocimientos. Para el lector bisoño en cultura clásica (y desgraciadamente cada vez lo serán más a medida que retrocedan los estudios humanísticos en los programas educativos) es una excelente iniciación. Por las páginas del cuidado volumen -preciosamente ilustradas con reproducciones de grabados decimonónicos- desfilan los protagonistas de la aventura de Roma, desde los tiempos de su humilde fundación entre pantanos, pasando por los fastos republicanos e imperiales hasta la triste decadencia de aquel que, sucesor del gran Augusto, hubo de contentarse con el despreciativo diminutivo de Augústulo. Así pues, de Rómulo a Rómulo, el autor pasa revista a más de mil años de densa historia, de la historia que forma parte del acervo común de la Cristiandad y de Occidente, de la historia de la que están impregnados nuestro modo de ver las cosas, nuestra idiosincrasia, nuestras instituciones.

Parece ser que el obispo emérito de Nardò proyectó en algún tiempo emprender también los diálogos con personajes del mundo griego, lo cual habría constituido un magnífico pendant de la obra que comentamos. De hecho, ésta incluye un diálogo con Sócrates, tan vívido como los que escribió Platón teniendo como protagonista a su querido maestro. Quizás no es casual que haya sido colocado como colofón de los diálogos romanos, porque Sócrates representa el más alto punto alcanzado por el genio pagano, al cual ya sólo faltaba la revelación cristiana para alcanzar el culmen de la Verdad. Monseñor Mennonna nos lo presenta en sus líneas finales como el último testigo de la gloria ateniense, vagando entre las ruinas del Areópago. Del mismo modo, sus romanos se pasean entre los gloriosos vestigios de la Ciudad Eterna, con la diferencia que entre éstos -y muchas veces engastados en ellos como preciosas gemas- se alzan hoy los monumentos de la Roma papal, heredera de los Césares y fiel guardiana de sus tradiciones.

Recomendamos vivamente este libro con la esperanza de verlo pronto traducido al castellano y en librerias del mundo hispanoparlante, seguros de que se convertirá en una obra imprescindible.

VRBS ROMA FELIX BEATA!

1 comentario:

  1. Viaje a Roma gratis:

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