domingo, 2 de agosto de 2009

En el XXX aniversario de la muerte del cardenal Alfredo Ottaviani (I). Su vida en cómic




















Nota.- Este cómic, publicado en 1970, es hijo de su tiempo: la época del post-Concilio, marcada por un movimiento de contestación basado en lo que Benedicto XVI ha llamado una “hermenéutica de ruptura” de los documentos conciliares respecto de la Tradición. El cardenal Ottaviani, cuyo instinto inequívocamente católico se había afinado a lo largo de muchos años al servicio de la Santa Sede, fue un clarividente prelado que quiso poner en guardia contra los peligros que entonces se presentaban como reformas deseables y que, con la perspectiva del tiempo, hoy vemos que fueron mal llevadas y peor realizadas. Ello le valió la incomprensión y la sorna de muchos, incluso entre sus colegas de púrpura. Se quiso ver en él al principal aludido por el beato Juan XXIII al fustigar en el discurso inaugural del Vaticano II a los “profetas de calamidades”. Desgraciadamente, como a Casandra en la asediada Troya, nadie quiso hacerle caso, pero al cabo tuvo razón y el caballo de los dánaos –para usar la expresión de Dietrich von Hildebrand– logró penetrar en la Ciudad de Dios.

El cómic que publicamos no deja de resentirse de ciertas alusiones a la fama de intolerante del gran cardenal del Santo Oficio y de algunas ideas demasiado optimistas sobre el Concilio (que el tiempo se ha encargado de relativizar si no de desacreditar), pero creemos que está diseñado desde un fundamental respeto hacia el que no temía en definirse como “il Carabiniere della Chiesa”, siempre alerta y siempre dispuesto al sacrificio. Es por ello por lo que, como curiosidad gráfica –en un tiempo en el que el género de la historieta ha perdido gran parte de su encanto y su función educativa y formativa– y como documento ilustrativo para toda clase de lectores, no nos hemos resistido a reproducirlo en este blog como parte del homenaje que estos días, en ocasión del XXX aniversario de su piadoso tránsito, queremos rendir al cardenal Alfredo Ottaviani, como Pío XII romano di Roma, imbuido del amor a la Sede de Pedro y a la Cruz de Cristo, que permanece pese a todo mientras el mundo se revoluciona.

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